|
Participantes:
.- Rosa (C.P. La Paz, Albacete)
.- Leticia y Jorge (Entre culturas, León)
.- Konsue (C.E.I.P. Bernart Etxepare, Pamplona)
.- Maite (Manos Unidas, León)
.- Matilde y Eva (Servicio de Cooperación para el Desarrollo, JCYL)
.- Nacho, Eva, Jesús, Edgar, Cristina, Jose Aurelio, María (profesores del centro)
.- Pedro, Sergio, Inés, Roberto (alumnos del centro de 3º y 4º de la ESO).
|
|
|
A pesar de la crítica situación que nuestro país, y otros, están atravesando, no es momento para excusas ni para la pasividad. Muy al contrario,este puede ser el momento de la Educación para el Desarrollo. Esta podría ser la gran conclusión a al que entre todos los participantes se llegó en este agradable y productivo encuentro. Se puso bien de manifiesto que este asunto aúna los intereses de diversos y numerosos proyectos, y que constituye el gran punto en común en torno al cual buscar la máxima coordinación que facilite unificar fuerzas y presionar todos juntos en la consecución de unos mismos objetivos.
También hubo acuerdo en considerar imprescindible la búsqueda de una metodología adecuada, una innovación en los medios que permita llegar y sensibilizar a la población, especialmente en el ámbito educativo en el que nos encontramos. Se apeló a la responsabilidad de los educadores, erróneamente instalados, a veces, en posturas pasivas amparadas en la prioridad de denunciar la mala situación actual de la educación; se apeló también a la necesidad de superar los meros análisis catastrofistas de las situaciones de las que somos testigos para entrar de lleno en una 2ª o 3ª fase dominada por la acción. Esta postura activa debería empezar por el mundo de la escuela: los claustros podrían ser informados, sensibilizados, y más aún, formados de manera mucho más continua y sistemática, sobre todo en la manera de trabajar en equipo.
Se mencionó la necesidad de planteara al alumnado objetivos prácticos concretos que deberían acabar traspasando el ámbito escolar para darse a conocer e involucrar a toda la comunidad, empezando por las familias. Se trataría, pues, de una labor del día a día y no algo excepcional o extra, algo asumido y presente en la práctica docente habitual desde el propio currículo.
El gran reto, en definitiva, en estos tiempos que corren, estaría en conciliar la solidaridad con el entorno más cercano y necesitado que sufre la actual crisis, con los derechos de los que están más lejos y no han dejado de sufrir. Para ello, la postura crítica con la situación ha de tener una dimensión global pero partiendo de una postura de compromiso individual: si quieres cambiar el mundo, empieza por cambiar tú mismo.
|
|